Por David Arengas
En el universo del fútbol profesional, donde los lujos y los reflectores suelen ser la norma para las grandes estrellas, la historia de Jerson Lagos rompe el molde. Este bogotano de 23 años, que divide su tiempo entre ser futbolista profesional en el Auckland City FC y barbero a medio tiempo, está a punto de cumplir un sueño impensado: jugar el Mundial de Clubes de la FIFA en Estados Unidos, enfrentando a colosos como Bayern Múnich, Boca Juniors y Benfica.
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A diferencia de figuras mundiales acostumbradas a estos escenarios, como Cristiano Ronaldo o incluso nuestro propio James Rodríguez, quienes han brillado en la élite con salarios astronómicos y equipos de ensueño, Jerson Lagos llega a este torneo con una realidad mucho más terrenal y un relato de perseverancia que inspira.
La vida de Lagos es un testimonio de adaptación y esfuerzo. A los tres años, Jerson dejó Colombia para vivir en Ecuador y, con apenas 9 años, llegó a Nueva Zelanda junto a toda su familia, en calidad de refugiados. Hoy, a 12.197 kilómetros de su natal Bogotá, este extremo, que se define como un jugador al que le encanta correr "como Luchito Díaz", pone en alto el nombre de Colombia.
Desde mediados de 2024, Lagos fichó por el Auckland City FC, equipo con el que se coronó campeón de la Liga de Campeones de Oceanía, aportando una asistencia crucial en la gran final y sellando así el anhelado cupo al certamen de clubes más importante del mundo.
La realidad de Jerson Lagos como futbolista profesional dista mucho de los privilegios asociados a la élite. En una entrevista exclusiva con AS Colombia, el bogotano confesó tener que manejar hasta dos horas para llegar a sus entrenamientos. Además, combina su carrera deportiva con la barbería, su trabajo a medio tiempo, una profesión a la que migró recientemente tras desempeñarse como mecánico de camiones.
"Yo antes de ser barbero era mecánico de camiones, con la llegada del Mundial de Clubes y otras competencias que tenemos con el Auckland City, tenía que hacer un cambio porque físicamente era muy pesado", explicó Lagos, quien encontró en la barbería una pasión y una forma de "tener un poco más de tiempo para mí, mi familia y para prepararme para un evento que le puede cambiar la vida a uno”.
Para Jerson, pisar la cancha del Mundial de Clubes es un "sueño" que aún le cuesta asimilar. Enfrentar a potencias como Bayern Múnich, Boca Juniors y Benfica es algo que, según sus propias palabras, se siente "como cuando uno juega al FIFA".
"¡Re loco! En el primer momento en que supimos los tres equipos con los que íbamos a jugar fue como un sueño, como cuando uno juega al FIFA que le ponen cualquier equipo. Yo todavía no me lo explico, uno tiene diferente vida acá, trata de trabajar, pero el saber que en unos días voy a experimentar algo que mucha gente puede hacerlo es muy loco de pensarlo”, confesó.
La historia de Jerson Lagos es un recordatorio de que el fútbol tiene muchas facetas, y que la pasión por el juego puede llevar a cumplir sueños, incluso cuando el camino es menos glamuroso y exige una doble jornada laboral para llegar a la cima mundial.
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