Por David Arengas
En la víspera del crucial duelo entre Colombia y Perú por las Eliminatorias al Mundial 2026, la noche previa al compromiso, la voz de Carlos Antonio Vélez retumbó con su habitual contundencia desde el segmento "Planeta Fútbol" de Win Sports. Lejos de ofrecer un análisis tibio, el reconocido comentarista sentenció lo que, a su juicio, la Selección Colombia está obligada a hacer, inyectando una dosis extra de presión a un ambiente ya cargado de tensión y expectativas.
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Con la autoridad que le da su trayectoria, Vélez no se anduvo con rodeos y lanzó una exigencia que muchos podrían considerar una espada de Damocles sobre la 'Tricolor': “Estoy absolutamente convencido que Colombia va a clasificar, son siete los que van. Perú es un partido trampa, pero así sea un partido trampa hay que ganar y no como sea, hay que ganarlo bien”. Una afirmación que, si bien expresa una confianza inquebrantable en el cupo mundialista, carga al equipo de Néstor Lorenzo con la doble responsabilidad no solo de ganar, sino de convencer.
El analista desglosa su sentencia con una seguridad casi profética. Su "son siete los que van" subraya la ampliación de los cupos y, en su lógica, debería facilitar la clasificación colombiana. Sin embargo, la aparente facilidad de la tarea es de inmediato contrarrestada por la advertencia sobre Perú: un "partido trampa". Pero lejos de ser una excusa para un posible tropiezo, Vélez convierte esta condición en un imperativo categórico: la trampa debe ser desarmada, y no de cualquier manera. La exigencia de "ganarlo bien" añade un componente estético y de rendimiento que va más allá del frío resultado. En un contexto donde la Selección ha venido de cuatro partidos sin conocer la victoria, y con la continuidad de Néstor Lorenzo pendiendo de un hilo según reportes que hablan de "planes B y C" en la Federación Colombiana de Fútbol, las palabras de Vélez se sienten como una demanda de perfección en medio de la adversidad.
La presión es enorme. Néstor Lorenzo y sus pupilos saben que enfrentan a un rival peruano que llega a Barranquilla sin margen de error y con sed de hazaña, dispuesto a batallar en cada centímetro de la cancha y bajo el inclemente calor del Metropolitano. En este escenario, la necesidad de una victoria es evidente, pero la carga de tener que "ganar bien" puede ser un peso adicional sobre los hombros de unos jugadores que ya están bajo el escrutinio de una afición exigente y de una prensa que no perdona. La voz de Carlos Antonio Vélez, influyente y polémica, amplifica la exigencia y transforma el vital duelo contra Perú en una verdadera prueba de fuego donde la victoria simple podría no ser suficiente.
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