Por David Arengas
El empate 1-1 en el clásico entre América de Cali y Atlético Nacional dejó en el aire una pregunta para el técnico Javier Gandolfi: ¿De qué sirve dominar las estadísticas si no se gana? El 'Verdolaga' se llevó a Medellín un punto que, más que sumar, parece una derrota, especialmente por el rival que tenía en frente.
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En la rueda de prensa, el DT argentino intentó justificar el resultado: "Fue un partido difícil de jugar porque ambos equipos venían golpeados y gran parte del partido se vio eso". Sin embargo, su explicación choca de frente con los fríos números que dejó el encuentro. El equipo de Gandolfi tuvo el control total de la posesión con un 59%, e incluso realizó 517 pases, muy por encima de los 356 de su rival. Estos datos sugieren que Nacional manejó el partido y no fue a la par de su adversario.
El problema radica en que todo ese dominio no se tradujo en una verdadera amenaza ofensiva. A pesar de los casi 200 pases de diferencia, el equipo de Gandolfi solo generó una ocasión clara de gol en todo el partido, mientras que el América, con menos tenencia de balón, se las arregló para empatar el juego.
Este empate es un reflejo de un problema que ya le costó la eliminación de la Copa Libertadores al equipo: la falta de una idea de juego ofensiva que logre penetrar las defensas rivales. El proyecto de Gandolfi, que parecía prometedor con los fichajes, se ha estancado en un fútbol horizontal y predecible, incapaz de convertir la superioridad numérica en triunfos. La afición de Nacional empieza a perder la paciencia y un empate contra el antepenúltimo de la liga solo aumenta la presión sobre el entrenador.
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